Cortometraje

A veces quisiera tener la lupa privilegiada del poder. O más bien, contar con un huequito que me permita fisgonear la vida familiar de Santos o Uribe. La de Mockus ni me la cuestiono porque varias veces su esposa ha salido a contar que Antanas le dice a sus hijas: “o te autoregulas o nos toca regularte”. Qué aburrido sería ese cortometraje, puras citas a autores y libros, girasoles y lápices. Preferible un apartamento inmenso en Rosales donde pueda observar los consejos de papá Santos a sus hijos: Estudien mucho para que mis nietos también puedan ir a la finca en helicóptero. Lo siento, sé que pequé de caricaturista evocando escenarios comunes, así como Mockus cuando puso a canturrear a su público el 30 de Mayo en la noche “Más agua, más verde, más cultura…” como si estuviéramos en kínder otra vez haciendo una plana ¡Pero es que cómo se atreve ese profesor tan bruto de hacernos cantar cosas tan obvias¡ Tristemente la realidad nacional contradice la plana de Mockus. Pero bueno, mejor volvamos al huequito ¿Qué pensará la hija de Santos, muchacha bonita que saludó de besito al sindicalista vicepresidente sabiendo que nueve de cada diez sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos? ¿Qué le habrá preguntado al papá cuando emergió el escándalo de los falsos positivos? No necesitaría de mi voyerista huequito para saber la respuesta: Mijita, ese patrón del que hablan es una causalidad, perdón, casualidad, porque la Seguridad Democrática en intachable, no es culpa de las políticas del Gobierno que unos soldados de bajo rango maten civiles para cobrar dinero. Quiero ver cómo duermen, en el caso de Santos porque al parecer Uribe sólo trabaja, trabaja y trabaja. Cómo cierran los ojos ¿les gustará la almohada fría o tibia? ¿Qué libro estarán leyendo? ¿Apretarán otra almohada entre las piernas o de pronto dormirán entrepiernados con su esposas? ¿Tendrán pesadillas? Supongo que soñarán todos los días con una Colombia por fin pacificada de tanta subversión. Me encantaría saber si leen las cartas que tantos colombianos les hacen llegar, pidiéndoles televisores unos, otros rogándoles que por favor les hagan el acueducto que prometieron en el consejo comunitario y otros atrevidos exigiéndoles derechos. La que me encantaría grabar en blanco y negro es la escena donde las lágrimas caen iluminándoles de humanidad sus caras mientras leen la denuncia desgarrada y dolorosa de las madres de los muchachos en Soacha. Pobresitos. Deben sentirse culpables y debe aquejarles inmediatamente, a tan ilustres y éticos personajes, la responsabilidad como jefes de estado y representantes del Gobierno y sus políticas. Quiero ver si se rascan las huevas recién levantados ¿le darán de comer a la gallinita para que empolle mas huevitos? ¿Cómo es Santos sin maquillaje y Uribe sin vestido y sombrero vueltiao? Detendría mi fisgoneo cuando me intercepten la señal en vivo que proyectaría por toda la red y cuando mis seguidores en twitter comiencen a advertirme que varias páginas han caducado, correría despavorido con mi pequeña camarita, a esconderme antes de aparecer en la boca del presidente como publicista del terrorismo, así como le ocurrió a Hollman Morris y Claudia Julieta Duque.

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