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Mostrando entradas de 2009
Llevo unos meses viviendo en carne propia el circo de la política social como servidor público. He observado las reconfortables elaboraciones teóricas para garantizar el estado social de derecho que a las patadas ha querido operativizarse en los territorios de la ciudad capital. Con íntima ironía he presenciado talleres, en todo cuanto tema se le ocurra al desprevenido lector, impartidos a las poblaciones vulnerables con la esperanza de mejorar sus vidas. Con la mayor objetividad posible he repartido cupos en comedores comunitarios y con la menor brevedad posible los he negado también. Soy diestro ahora en mirar a los ojos del usuario que me vomita una sarta de fracasos sólo atento a las contradicciones en su relato para pillarle la verdad que me esconde y así negarle su derechito camino al alcahueta comedor. Así, sin mas, he llegado a odiar la focalización que garantiza en teoría el impacto social del gasto público y he sido testigo fiel de como la universalidad y la integralidad, p

La Última Marcha

¡Por el derecho a no tener hambre! Vociferaba la multitud pintoresca. Mares de gente fluían en consignas y coloreaban el paisaje de la ciudad. Se suponía que iba a ser la última marcha, la única que había logrado reunir de manera integral y universal, a todas las poblaciones excluidas y vulnerables. Los edificios de espaldas a la población en protesta cubrían a la mísera monstruosidad marchante del sol apremiante. Cojeaban, rodaban, caminaban con dificultad y retozaban las organizaciones de discapacitados. Un manco con su única mano sostenía el extremo izquierdo del cartel que por su otro extremo era sostenido por un par de novios que padecían de síndrome de Down. Tropezaban con personas en sillas de ruedas y ancianos sucios que rezagados y exhaustos iban quedándose en la cola de la fila infinita de infortunio, mientras el letrero caía por tercera vez al piso cuando los jovencitos sin dios, ni ley ni vergüenza se metían las manos dentro del pantalón y la falda, extraviados por la eufor

Esneda

Si desde tiempos inmemorables la lectura de cartas, hipnosis colectivas alrededor de oráculos y cualquier actividad de adivinación han determinado los más atroces y heroicos destinos humanos, hoy la superstición ha hecho maña para colarse a nuevas lecturas profundas de patrones escondidos en infinitos objetos de la cotidianidad contemporánea. Ya el insondable arte de la adivinación se ha hecho experto en análisis psicológicos enmarañando cenizas envueltas en humos de cigarrillos sin importar marcas y ha podido sujetar mentes brillantes en la viscosidad seca y dulce del cuncho en lo profundo de una taza de chocolate. De la astronomía y calendarios creados por brujos y sacerdotes a través de increíbles y juiciosas observaciones de los movimientos de planetas y estrellas, la adivinación ha caído como un ángel condenado a la mortalidad para plantarse, moderna y sofisticada, en las latas, tornillos y circuitos de los más avanzados inventos tecnológicos. Esneda Rosales, capricornio, hija d

¿Plan Nacional de Desarrollo?

Revisando el Plan Nacional de Desarrollo, política que desde un modelo de Estado Comunitario planifica los retos que según el Gobierno deben realizarse para la construcción de un futuro nacional democrático y plural, me encontré con la siguiente ironía que esta vez sólo quiero dejar en el aire. Para fines explicativos, es importante decir que el modelo de Estado Comunitario se garantiza por medio de la Seguridad Democrática y se realiza a través de tres ejes: 1) la promoción del crecimiento económico, 2) la defensa del medio ambiente y el desarrollo sostenible y, 3) la garantía absoluta de cohesión social y equidad.  El Estado Comunitario transita eficiente y aprobado democráticamente entre el Estado neoliberal y el Estado regulador, sostiene el Plan que "un Estado sostenible, tanto por eficiencia en su gestión como por aprobación popular, es una síntesis que se distancia por igual de un burocratismo anacrónico y del dogma del desmantelamiento de lo estatal". Todo esto promov

Malvivir

Dicen los aventureros que escribir es viajar, otros nostálgicos aseguran que es recordar, los sabios proclaman la escritura como la construcción del conocimiento libertario y yo, presa de este mal inútil en el neoindustrialismo socialdemócrata y globalizado, puedo sólo comprender la escritura como la posesión de aquel soldado francés que cínico y bufón le sonríe al cadáver inerte del español ejecutado por ordenes de Napoleón. Qué puedo decir si he nadado en ríos de mercurio con el primer, divino y augusto emperador de Chin, si esculpí aves, bailarinas y los rostros de espíritus guerreros que siguen después de muertos protegiéndolo en el más allá. Qué puedo ofrecerles escribiendo si aún me derrumbo con el primitivismo popero de los garabatos de Basquiat, si Saturno en pesadillas me devora como a su niño y no puedo evitar cuestionarme luego el susurro masoquista y pedófilo que la errática escena suscita en mi todavía atemporal mentecita, depravada y psicoanalítica. Ahora viajo en la máqu

Apología a la ridícula dicotomía moral

Para evitarme rectificaciones filosóficas al comentario que intento componer, hago obvia la referencia a Nietzsche frente a su no tan filológico ensayo “Bueno y malo, bueno y malvado” afirmando la proposición latina: Homo sum, humani nihil a me alienum puto – soy humano, nada humano me es ajeno-. Con sorpresa soy espectador de las numerosas y “bien pensadas” opiniones de los periodistas en distintos medios de comunicación sobre la moralidad y sus consecuencias políticas de los testimonios de las personas liberadas del flagelo infernal del secuestro. Se han atrevido a sugerir incluso que los deseos de soluciones pacíficas a la práctica del secuestro son condenables en la medida que devuelven ciertos “discursos subversivos” a la esfera del debate político, y por lo tanto, podría inferirse que otorgarían humanidad a la infinita y diabólica maldad de las guerrillas. Los liberados, para no ser tildados de terroristas o publicistas del terrorismo como Uribe tildó a los periodistas Hollman Mo