viaje al interior

- ¿Y qué ha hecho? Me preguntó un amigo.
- Durante la tarde me convertí en el líder de una pandilla de escarabajos gigantes. Mi coraza azul entonaba con mis alas púrpuras y mis patas peludas y rojas causaban terror. Me seguía mi ejercito ciego de color negro y blanco, más grandes que yo. Devorábamos lo que nos topábamos, sin distinción, edificios, niños y ancianos.
- ¿De qué habla imbécil?
- Abrí los ojos y me encontré en el bus, de camino a casa. Luego volví a cerrarlos y cada fotón de luz amarillo rojizo, danzaba alegre tonadas caribeñas con mis temores. La quietud se desangraba y la acción se erguía como un impotente templo sagrado. Mío, sólo mío.
- ¿Qué consumió?
- Ojalá fuera tan sencillo. Es la vida y sus realidades atravesándome el cuerpo, desnudándome el espíritu, desprendiéndome de las seguridades. De nuevo cerré los ojos y nadé como un pez huérfano en la inmensidad del océano. Me importaba un comino si me invadían las corrientes del pacífico o si me esperaba la Atlántida perdida, sólo nadaba y nadaba y nadaba. Ni para atrás ni para adelante. Sin rumbo, dichoso de poder nadar. Un día, por suerte, un cardumen de atunes me alegró el solitario camino hasta que un tiburón sembró el miedo. Pude refugiarme entre un coral, custodiado por una vieja amiga, la anguila más joven del lugar. Murió también despedazada por los dientes del tiburón que siguió mi olor cumpliendo su naturaleza asesina y muerto de ira por mi, aquel escurridizo pez.
- ¿Qué pasó luego?
- Me costó trabajo reconocerlo, pero puedo vivir ahora que comprendo la fragilidad de la existencia. Un devenir sin fin de muerte y vida. No me escondí, salí a ver al tiburón a los ojos, contento por morir en boca de tan asombroso, fuerte y ágil animal. Pero no. Me olfateó, amenazó mi suerte sonriéndome con ferocidad e ironía. Me decía a mí mismo: sí, cómeme, devórame, he nadado y conocido todo lo que quise, moriría dichoso en el ciclo interminable de la existencia, de la vida, del cosmos. Abrí los ojos y el sol rojo e incandescente nubló mi vista y vi alejarse el tiburón bajo una nube de arena y espuma.

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