Tributación Egoísta

Cuando llegué a Guayaquil, tuve la oportunidad de ver una gran manifestación ciudadana convocada por el alcalde Nebot. Los periódicos opositores insistían en una discusión presupuestal contra el gobierno central. La misma vaina hermano, pensaba. -Hablarme ya me es natural, no es locura ni mucho menos un hábito, es de pura superviviencia porque conversar en Colombia es jodido (si o no?)-. Vuelvo a mi argumentación ¿recuerdan? La misma vaina hermano! Pues claro que si, la misma vaina de todos los grupos poblacionales cuando tienen un recurso del cual sacan beneficio; lo quieren para ellos y para nadie mas ¿saben cuántos argumentos hay para defender la tesis? Decenas. Nombro dos: derecho a la propiedad privada y el indispensable papel que cumplen los emprendimientos para el crecimiento del PIB. Supongo que en este momento vendrían marchando los argumentos anti neoliberales, anticapitalistas. Pues no. Mejor les cuento la perspectiva del alcalde: Guayaquil es el mayor "tributador" de Ecuador y el gobierno central ha venido repartiendo los recursos a otras regiones que no cuentan con la cantidad y calidad de las actividades económicas de Guayaquil. Sencillo: el estado es regulador de la economía y así garantizar servicios básicos en regiones más pobres es una obligación ¿Cómo lo hace realidad? Transferiendo recursos de un lado al otro, priorizando, haciendo política social. La disyuntiva podría ser comprendida en términos de modelos económicos, incluso de justicia económica: si yo soy el que gano el dinero en mi trabajo y pago los impuestos ¿por qué el estado no invierte esos dineros en mi barrio, en mi parque, en mi ciudad? Se les olvida que el estado es para todos, incluso esos cholos subsidiados por el estado, vagos ignorantes que sólo se quejan para acceder a los programas sociales. A veces coincido con Mockus cuando reduce o fundamenta (el verbo depende del estado de ánimo en el que uno piense el argumento) el problema a la - en la - pedagogía. Si entendiésemos el contrato social que firmamos al cargar la cédula de ciudadanía en la billetera, podríamos hacer a un lado nuestros intereses individuales para pensar por fin en intereses colectivos. La marcha en Guayaquil, además de constituir un gasto enorme por su espectacularidad (seis o mas pantallas gigantes y sonido), pecó por ambición al plantearle un argumento económico a un estado que ha venido procurando priorizar sus gastos para las colectividades históricamente excluidas. Fue una movilización social egoísta con evidentes tintes demagógicos. El reto que tiene Ecuador, Bolivia y Venezuela (pongo los ejemplos para caricaturizar el argumento, por supuesto que Brazil, Colombia, Chile y Argentina también tienen el reto) es hacerle entender a las mayorías subsidiadas que su dignidad se sostiene en el esfuerzo propio, la superación de si mismo, la cooperación y la innovación, que tantos años de gasto presupuestal y esfuerzo gubernamental de nada valen si se acostumbran a vivir fácil, cómodos y sin aspiraciones.

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